VIII Jornada Interna del CPPL "Celebración de los 20 años”, 28-29 de marzo, 2003
Al comenzar a
redactar este informe reflexivo sobre nuestra actividad psicoterapéutica, se me
vienen a la memoria las épocas en que era un ilusionado estudiante de medicina.
Se respiraba, entre los compañeros, una mística, una sensación de estar en la
iniciación de un apostolado, con una palpitante vocación de servicio que
empezaba a encauzarse en la devoción por el estudio y en la empatía por el
sufrimiento humano...
De aquellas
épocas, recuerdo la fantasía de dedicar uno de mis días de consulta a la gente
que no tenía dinero. Ahora, casi
cuarenta años más tarde, tengo la suerte de aún respirar aquella mística, esta vez en el contexto de
una hermosa y cálida institución, el Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de
Lima, la que, dentro de pocos meses, cumplirá 20 años de existencia.
Es al interior de esta institución que, desde hace 13 años, venimos brindando atención psicoterapéutica y psiquiátrica a personas de escasos recursos, con una demanda creciente, que al presente oscila entre 90 y 120 solicitudes de entrevista mensuales. En la perspectiva del tiempo, esto significa que más de 10,000 personas se nos han aproximado buscando soluciones a sus problemas.
Es al interior de esta institución que, desde hace 13 años, venimos brindando atención psicoterapéutica y psiquiátrica a personas de escasos recursos, con una demanda creciente, que al presente oscila entre 90 y 120 solicitudes de entrevista mensuales. En la perspectiva del tiempo, esto significa que más de 10,000 personas se nos han aproximado buscando soluciones a sus problemas.
Cabe mencionar
que se trata de una institución privada, que funciona con sus propios recursos
y que buena parte de dichos recursos - los profesionales- provienen de personas
que se han formado o están en formación en esta misma institución, supervisados
en su labor por los profesores de nuestra escuela de psicoterapia
psicoanalítica, conformando una suerte de “Clínica Docente”.
La formación en
psicoterapia psicoanalítica se viene impartiendo desde hace 19 años, con una
currícula que se nutre permanentemente de la experiencia en esta actividad
clínica y que, a su vez, es volcada en el trabajo terapéutico.
El modelo técnico de trabajo
Es así que, al principio, el modelo técnico de
trabajo era más del tipo “de largo aliento”, allí donde la psicoterapia tiene
fronteras tenues con el psicoanálisis. Desde este punto de partida, hemos ido
adecuando los recursos técnicos a la realidad de la demanda, abriéndose con
ello un abanico de estrategias, que incluyen las formas más breves de
intervención terapéutica, en donde “lo analítico” proviene básicamente de la
comprensión dinámica de quien sostiene la práctica.
Desde el
principio, notamos que una gran cantidad de las consultas aspiran solamente a
una mejor comprensión de su problema y, acaso, buscan alguna indicación
puntual, más a la manera del modelo médico. Esto se derivaba de que, al
comienzo, uno de nuestros miembros mantenía
un programa semanal de difusión y consulta radial, ofreciendo en un
lenguaje sencillo posibilidades de entendimiento para los problemas de sus
radioescuchas.
Comoquiera que
en el espacio radial se daban respuestas a consultas en fracciones mínimas de
tiempo, con resultado positivo para la audiencia, la gente que nos consultaba, esperaba también que les
diéramos respuestas de impacto modificador en el más breve lapso.
Dado que la
formación en nuestra escuela estaba orientada hacia procesos elaborativos de
largo aliento, nuestra gente no estaba del todo preparada para enfrentar el
reto de las intervenciones breves. Una fuerte idealización del recurso técnico
del psicoanálisis reforzaba una resistencia a declinar en favor de métodos
alternativos breves.
Peor aún, la
transferencia idealizada con el colega que conducía el programa radial podía
facilitar o perturbar el abordaje de quien nos hacía la consulta, no
tolerándose con facilidad sustitutos.
Para facilitar
las cosas, nuestro colega empezó a atender, una tarde a la semana, en nuestro
local institucional. La mayoría de las consultas eran de una sola vez. Pero,
dado que la demanda desbordaba de largo sus posibilidades de cobertura, tuvimos
que armar todo un equipo de terapeutas, escogidos entre los de mayor experiencia
y los que mostraron mayor motivación para la tarea. Una rigurosa supervisión
buscó, desde el principio, sostener tres procesos: el de los pacientes, el de
los terapeutas y el de la institución. Fue así que nació nuestro programa de
proyección social.
Se armó, de
esta manera, una pirámide de sostén y de transmisión de la experiencia desde
los profesionales más expertos hacia los terapeutas voluntarios y alumnos en
formación que estuvieran en condiciones de participar. Al principio, contábamos
con un solo supervisor. En la actualidad, tenemos 18 supervisores. La gran
mayoría de ellos son jefes de cátedra o profesores de nuestra escuela de
psicoterapia psicoanalítica.
Una de las
dificultades objetivas provenía de las limitaciones económicas de la gente, en
su mayoría personas de clase media o media baja. (No olvidemos que “clase
media” en el Perú significa algo así como “límite superior de sobrevivencia”). Esto significó que,
absolutamente todos los que participábamos de la tarea, tuviéramos que declinar
nuestras naturales aspiraciones de lucro por nuestra labor a favor tanto de la
población consultante como de la formación de nuestros alumnos. Sin
proponérnoslo, esto fue dando fortaleza a la institución, tanto por la labor en
sí, como por la naturaleza del espíritu
que se iba gestando.
El grupo de psicoterapeutas
La convocatoria para constituir un equipo de
trabajo en proyección social tuvo una gran acogida entre los egresados de
nuestra escuela de psicoterapia. Designamos a los de mayor experiencia para
conformar un grupo de admisión, mientras que otro grupo se hizo cargo de las
derivaciones de los pacientes que requerían de tratamiento.
Para las
derivaciones, el equipo admisor considera la experiencia del terapeuta
receptor. En el caso de los alumnos en formación, se les deriva pacientes de
acuerdo a la observación de su evolución en la formación y a los informes que
proporcionan los supervisores acerca del desarrollo de sus capacidades. Al
principio, reciben un solo caso de patología poco complicada al cual dedican
todos sus esfuerzos. En ningún caso dejan de contar con soporte de supervisión
calificada.
Un promedio de
30% de los pacientes que solicitaban consulta se comprometía a tratamientos
psicoterapéuticos, de los cuales un alto porcentaje no persistía en el mediano
o largo plazo, que era el fuerte de
nuestra oferta inicial. Esto era registrado como un alto nivel de deserción
pero, viéndolo desde otro punto de vista, pudiera tener más bien que ver con
las expectativas que tenían las personas de encontrar respuestas en corto
tiempo.
Desde el
comienzo, intentamos propugnar fórmulas de abordaje acordes con la demanda.
Así, con el grupo admisor tuvimos largos encuentros con miras a integrar lo que
llamamos la “entrevista terapéutica”.
En la entrevista terapéutica se trata de afianzar los recursos sanos del
paciente a la vez que se procura lograr un mejor insight de su
problemática. El hecho de ampliar su
comprensión de la situación que lo aqueja puede llevarlo a encontrar opciones
que estén a su alcance y que él mismo pueda manejar. Esto, a su vez, podría resultar en una mejor
motivación para integrarse a un proceso terapéutico de más largo aliento, como soporte de cambios más profundos, lo que
se ha ido reconociendo mejor como vehículo de cambios.
El “Diagnóstico con Intervenciones Terapéuticas”
Un grupo,
liderado por la coordinadora del programa de proyección social, desarrolló un
proceso de investigación durante cuatro años, con un instrumento técnico que se
denominó “Diagnóstico con Intervenciones Terapéuticas”. Esta labor de experimentación ha sido
compilada en un excelente libro que lleva ese mismo título y que significa un
gran aporte, tanto para los alumnos y terapeutas de nuestra institución, como
para todos aquellos que tengan interés en trabajar en psicoterapia breve.
Los procesos
terapéuticos de largo aliento son manejados a la manera usual en que la
psicoterapia psicoanalítica procede. Eso sí, se trata de mantener una claridad
de objetivos y estrategias para que no se pierda la ruta de la intención
terapéutica. Por ejemplo, se trata de evitar procesos regresivos excesivos y,
mas bien, se busca un fortalecimiento yoico, que pueda nutrir la vida presente
del paciente con un mejor manejo y una mayor comprensión de los orígenes de su
problemática.
Dado que un
gran número de pacientes requería de apoyo farmacológico y una mejor precisión
diagnóstica, se formó también un equipo de psiquiatría, que en la actualidad
está conformado por cuatro colegas,
quienes mantienen una fluida comunicación con los psicoterapeutas,
viéndose así reforzados mutuamente los tratamientos.
Con el
tiempo -y dados los requerimientos- se
conformaron otros equipos de trabajo para las áreas de niños, adolescentes,
parejas, familia y grupos, siendo el área de niños la más requerida. En ella
contamos con gente de mucha experiencia, con egresados de nuestras primeras
promociones que se han hecho un espacio para trabajar en nuestro programa de
proyección social.
El equipo especial de psicoterapeutas
Además de los
aproximadamente 70 terapeutas participantes de nuestro programa, desde abril
del 2001, se ha conformado un equipo de 18 terapeutas, seleccionados por el
departamento de proyección social, en base a su experiencia, a su compromiso
con el trabajo y en especial en función a su capacidad para el trabajo en
equipo, en quienes se concentra ahora el grueso de la atención a los pacientes.
Todos ellos están comprometidos a realizar la consulta en nuestro local (antes
se realizaba en los consultorios privados). Esto ha disminuido el volumen de
deserciones, lo cual se entiende también como producto de una mejor
administración de los requerimientos terapéuticos.
El
reagrupamiento de los terapeutas ha tenido un correlato en el terreno
administrativo, lo cual ha otorgado una mayor fortaleza a nuestra gestión.
Los encuentros terapéuticos con grupos grandes
Por otra parte,
tenemos la experiencia de los “encuentros terapéuticos”, desarrollados en
nuestra cede central entre 1999 y 2001. Estos consisten en un sistema de trabajo
con grupos grandes, de hasta 60 personas. Una vez más, la radio nos sirvió para
hacer la convocatoria. Se proponía un tema, por ejemplo la angustia, y se
convocaba a aquellas personas que la padecieran, que quisieran saber más sobre
esta materia y/o que necesitaran orientarse sobre ello. El objetivo era
apuntalar sus niveles cognitivos tanto como alentar su motivación para resolver
sus problemas, en base a una mejor comprensión de éstos, tanto como de
alternativas de solución accesibles a sus capacidades.
Se trataba de
un encuentro de una sola vez, a la manera de un taller, con tres momentos. En
la primera parte, se les hacía una exposición sencilla del problema a tratar,
buscando “calentar el tema” en sí mismos. En un segundo momento, se les dividía
en pequeños grupos y participaban vivencialmente, contando sus experiencias
sobre su relación con el tema, por ejemplo, si habían padecido de angustia. La
conducción tenía que ser muy activa para encontrar puntos de solución, corte e
integración elaborativa con el resto de los participantes. El tercer momento
era de integración de la experiencia entre todos los asistentes, a partir de lo
cual se recogían algunas de las conclusiones a las que ellos mismos habían
arribado en el encuentro y que les eran útiles para la comprensión o la
solución de sus problemas.
Con esta
modalidad de trabajo en grandes grupos, llegamos a atender a 830 personas.
Muchas de ellas empezaron luego un proceso terapéutico. Los temas más
concurridos fueron los de depresión y autoestima. En algún momento, hicimos un
seguimiento a algunos de los concurrentes a esta experiencia grupal, obteniendo
respuestas positivas sobre la estabilidad de sus logros, en particular,
respecto al mejor manejo de su enfermedad o de las relaciones con los demás.
El trabajo en Villa El Salvador
Por otra parte,
un grupo de jóvenes entusiastas, liderados por una egresada de nuestra
institución, está luchando denodadamente por reproducir nuestro programa en
Villa El Salvador. Han estado atendiendo en condiciones bastante difíciles,
superando la adversidad con un espíritu envidiable. Al presente, han conseguido
un espacio radial, mediante el cual esperamos poder tener convocatoria en este
ambiente, donde es tan necesaria la orientación terapéutica, en particular en
lo que respecta a la alta incidencia de maltrato familiar, espacio en el que ya
se viene trabajando en conexión con las redes locales para enfrentar este
difícil problema.
El cine como espacio terapéutico
Por último,
hemos encontrado que el cine es un buen motivo para que las personas tengan
oportunidad de incorporar una mejor visión de la naturaleza humana, una
oportunidad para relacionarse en grupo, para crecer y ver crecer a otros con
uno, para favorecer el encuentro de nuestros profesionales destacados con el
público en un diálogo enriquecedor, más “desde el llano”.
Desde hace 13
años pasamos películas todos los Sábados, luego de lo cual se analiza el film,
con posibilidades amplias en las que los participantes hablan de cómo sintieron
lo que vieron, motivándose polémicas que no quedan restringidas a la visión
psicoanalítica del profesional que coordina el encuentro. Se genera un clima
muy grato de apertura y gran motivación que se mantiene a lo largo del tiempo y
que ha llevado a muchos a desarrollar una agudeza analítica que enriquece sus
vidas. Muchos de mis pacientes encuentran en este espacio oportunidad para
relacionarse socialmente o integrarse en
una pertenencia a un grupo que lo acoge sin censurarlo.
Palabras finales
Esta ha sido
una presentación apretadísima, por el mandato del tiempo. Mi principal
intención ha sido la de relevar el que se puede hacer labor social desde la
actividad privada, implementando creativamente recursos psicoterapéuticos y,
más aún, generando una mística de trabajo en la que no tenga que llegarse a lo
sacrificial.
Estos 20 años
en el Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima y estos últimos 13 a cargo
del programa de proyección social han permitido no sólo que realice algunos de
mis sueños de juventud, sino también el acercarme de manera realista a nuestra
población, con instrumentos que ayuden a resolver sus problemas humanos. La
mezcla del oro y del cobre que alguna vez propusiera el maestro Freud,
refiriéndose a la unión entre el psicoanálisis y los recursos de la
psicoterapia, han encontrado eco en nosotros, pero acaso sea mayor aún el
aporte paradigmático de nuestro gran maestro, el Dr. Seguín, el que nos guía en
la labor de experimentación creativa, que tantas veces observamos en él en
nuestra formación en el entonces Hospital Obrero de Lima.
Quiero
agradecer a todos aquellos compañeros de ruta, que están presentes en este
informe, a mis colegas y alumnos, a los pacientes que nos han contagiado con su
entusiasmo y a ustedes que ahora me escuchan.
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