Como extensión de la participación en programas radiales sobre temas psicológicos, en los que se daba consulta telefónica en directo, creamos un programa de talleres en los que pudieran participar, entre otros, aquellos radioescuchas necesitados de mayor información o que desearan hacer alguna consulta sobre problemas específicos de la patología mental o cotidiana.
En esta experiencia, nos
alentaban los testimonios de diversos grados de beneficio obtenidos por
personas que habían escuchado nuestros programas radiales. En algunas charlas
previas, realizadas con este mismo público, notábamos, además, que mostraban
una gran avidez por ser escuchados y por encontrar algo así como
“respuestas-guía”, para resolver las cosas por sí mismos.
Como quiera que el contacto
radial es de una sola vez, nos propusimos verificar hasta qué punto también una
experiencia de encuentro de tipo taller, de una sola vez, podría dar resultados
que aporten a la mejoría de los concurrentes. Se buscaba trabajar con grupos de
50 a 60 personas cada vez.
Como telón de fondo de esta
experiencia está la inmensa población de nuestro país que no tiene
posibilidades de acceder a un tratamiento especializado. A las dificultades en tiempo y dinero podrían
sumarse las bajas motivaciones respecto a los tratamientos prolongados, que se
registran incluso a nivel mundial.
Argumentos de trabajo:
Las personas con alta
disposición para la cura muchas veces obtienen importantes beneficios tan sólo
a partir de algún apoyo y guía para resolver sus problemas. Una mejor
comprensión de lo que los aqueja puede ayudarlos a encaminarse hacia
soluciones. Eventualmente, estas soluciones provendrán de la ayuda
especializada. En aquéllos en quienes la
inquietud es enriquecer su comprensión de sí mismos y mejorar sus relaciones con los demás,
encontramos que la experiencia de talleres aporta recursos utilizables en la
prevención y en el mejor enfrentamiento
de las crisis de la vida.
El encuentro de alternativas
de entendimiento y búsqueda de soluciones presta herramientas para enfrentarse
a la vida. Las personas cuentan con
recursos personales sanos que no siempre conocen y que se pueden incentivar o
valorar en justa medida. La exposición
sencilla y clara del problema les permite aliviar la sensación subjetiva de
padecimiento o incertidumbre. El
ejercicio de auto observación y mejor comprensión del semejante resulta una
invalorable herramienta para su evolución.
El acercamiento testimonial
abre las puertas a la identificación expresiva y levanta las barreras del
ocultamiento o vergüenza por el padecimiento.
La noción de auto ayuda transita en los encuentros, desde el simple
aliento a la aproximación humana, horizontal y sincera, muchas veces ausente en
sus mundos, hasta el compartir solidario de las experiencias de solución o la
unión para encontrarlas, reforzando la necesidad de perseverancia para
lograrlo.
El que sea una sola vez,
apuesta al desempeño más autónomo del sujeto en la vida, en su mundo, o lo
encamina hacia la búsqueda de una experiencia terapéutica más profunda. En los encuentros testimoniales, las personas
ponen en juego sus recursos terapéuticos al acercarse al semejante en
disposición de ayuda. La solidaridad en
las dificultades no deja mucho espacio a las ganancias secundarias de la
enfermedad si es que se da un manejo adecuado. Se aprende, además, a reconocer
la diferencia entre una simple demanda de atención y un auténtico interés por
encontrar soluciones.
El testimonio de muchos, que
han enfrentado el problema y lo han resuelto y aún así concurren para “ayudarse
ayudando”, es altamente motivador para la persistencia en la búsqueda. De alguna manera, las personas toman
conciencia de que no importa cuan difícil sea la situación, siempre es posible
encontrar en ello un estímulo para superarse y ser mejores.
En resumen, tratamos de
incentivar los niveles motivacionales y apuntalar los cognitivos en grados
diferentes, de acuerdo a las posibilidades de cada caso, abriendo lugar para la
comprensión de la influencia de lo inconsciente y del entrampamiento repetitivo
en situaciones no resueltas. La
experiencia vivencial en pequeños grupos facilita distintos niveles de insight
y de experiencia emocional correctiva.
Propugnamos la organización de grupos de autoayuda, el ejercicio de la comunicación
y la búsqueda de soluciones concretas de problemas pendientes. La idea de cambiar uno mismo sus pautas
equivocadas recorre el trasfondo de las soluciones posibles.
Recursos Técnicos:
Se apela en conjunto a
los recursos propios de la psicoterapia
de apoyo y a las fórmulas de la psicoterapia focalizada, en amalgama con los
procedimientos del trabajo en grupo operativo.
Se trabaja principalmente sobre la base del “individuo en el grupo”. El conjunto es lo que solemos llamar un
“taller”.
El equipo conductor está
formado por profesionales de alta, mediana y poca experiencia. Los de mayor
experiencia tienen a su cargo la exposición temática y la conducción de los
pequeños grupos; los de mediana experiencia son co-conductores; y, los menos
experimentados se desempeñan como observadores no participantes, tomando nota
de lo acontecido y transcribiendo el material para su ulterior análisis por el
equipo. Tanto la exposición inicial como
la conducción de los grupos, grandes y pequeños, son manejados con un alto
tenor empático.
En el trabajo en pequeños
grupos, las intervenciones van desde la explicación orientadora hasta
aproximaciones interpretativas, pasando por confrontaciones, intervenciones
integrativas, reforzamiento de emergentes resolutivos, inhibición y desaliento
de emergentes negativos (resistencias, pesimismo, ganancia secundaria, etc.).
Hay una constante labor de facilitación y elaboración, que se va pivoteando con
los contenidos de la charla inicial. Se
promueven el conocimiento de la causalidad, proveniente de factores de la
realidad o del enfoque equivocado del problema, así como la observación de
contenidos inconscientes fácilmente observables en el relato. La apelación al
humor y la empatía pretende un clima informal y distendido, para una mejor
comunicación.
En la mayoría de los talleres
se utilizan encuestas y tests relacionados con los motivos de
concurrencia. El equipo redacta un
reporte de los acontecimientos en cada grupo. En los últimos tiempos se
utilizan grabaciones para una mejor precisión de los registros. Todo este
material es usado para la supervisión conjunta de la tarea.
En tanto el grupo tiene la
intención de investigar los resultados, nos propusimos un seguimiento de los
concurrentes a seis meses del evento.
Esto no se pudo realizar como esperábamos, pues hubo dificultad para
ubicar a los asistentes y los miembros del equipo saturaron sus posibilidades de tiempo (tengamos en cuenta
que estos grupos son de 50 o más personas) y la labor no tiene compensación
económica. Por tal motivo, desde hace
cinco meses, apelamos a comprometer a los concurrentes a que asistan a un
segundo taller sobre el mismo tema, seis meses después. Esperamos así poder
abordarlos en conjunto y recoger datos de su evolución. La idea es observar si
se han dado cambios estables a partir de la realización del taller.
Procedimiento:
Se trabaja de la manera
siguiente:
1. Exposición: escucha motivacional en grupo grande (40
min.).
2. Participación testimonial-reflexiva en grupos operativos
(60 a 75 min.).
3. Encuentro de síntesis reflexivo-motivacional en grupo
grande (30 min.).
4. Elaboración de la experiencia (hallazgos y viñetas).
La convocatoria se hace
principalmente desde la radio. Adicionalmente, se colocan afiches en nuestra
institución, a donde concurren muchas personas que participan en las
actividades que ofrece el Programa de Proyección Social del Centro de
Psicoterapia Psicoanalítica de Lima. No
hay selección de la concurrencia, salvo por la edad (no participan niños).
Hemos llegado a tener como participantes a personas con trastornos severos
(brote esquizofrénico, depresión severa, etc.), las que fueron acogidas sin
problemas. De cualquier manera (excepto
en el taller de esquizofrenia), la idea es trabajar con personas “supuestamente
sanas”, como aquéllas que nos escuchan por la radio y se motivan a concurrir.
Los temas abordados en los
diferentes talleres han sido:
1. Esquizofrenia (2)
2. Depresión (3)
3. Angustia (3)
4. Autoestima (4)
5. Resentimiento (1)
6. Culpa (1)
7. Amor (1)
8. Trastornos Sexuales (1).
En la elección de los temas se
tomó en cuenta las solicitudes recogidas en las encuestas hechas a los
participantes.
1. La
exposición:
Se trata de mostrarles, lo más
sencilla y didácticamente, de qué se trata la enfermedad o el problema que los
convoca, de manera que puedan identificar rápidamente lo propio. Procuramos
mantener un tono alegre y motivador, con ejemplos accesibles y alguna nota de
humor. La idea es motivarlos para el trabajo testimonial en los pequeños
grupos.
2. Los grupos
operativos:
Con el foco de la temática
propuesta, se invita a los participantes, quienes forman grupos de un máximo de doce personas, a que expongan las
razones de su presencia allí. El
conductor mantiene una actividad permanente para facilitar la precisión del
problema, partiendo de la situación actual y pasando por alguna razón de
naturaleza causal (dificultades para elaborar la separación de los padres,
inadecuado ejercicio de comunicación, duelos no resueltos, soluciones
inadecuadas, etc.). Asimismo, favorece la interacción entre los participantes,
apoyando la comunicación positiva y reforzando las áreas sanas o potenciales no
relevadas suficientemente por el interesado.
El co-conductor colabora en la facilitación de la comprensión de los mensajes
y en la labor de síntesis; eventualmente, interviene para destrabar algún
entrampamiento que se pudiera producir entre el conductor y alguno de los
participantes o con el grupo. En todo
momento, se busca mantener un clima cálido y de distensión. Al final, se procura generar una reflexión,
(algunas veces en forma de metáfora) que sintetice lo vivido en el encuentro.
3. El encuentro
de síntesis:
Luego de la interacción con
los participantes en los grupos pequeños, se vuelve a reunir a los
concurrentes, a quienes se invita a compartir, de manera espontánea, las
síntesis de la experiencia de cada grupo. Este momento es aprovechado por el equipo conductor para
remarcar las pautas o sugerencias propicias para hallar las soluciones que el
grupo vino a buscar. Se enfatiza en las motivaciones de los asistentes,
apoyándolos en su búsqueda y abriéndoles posibilidades de otras modalidades,
lugares, o espacios terapéuticos.
4. Hallazgos y
viñetas:
Una de las cosas que salta a
la vista, desde el comienzo, es la gran participación de la gente, la cual responde
masivamente a la convocatoria y luego, en los grupos, aporta amplia y
adecuadamente con sus testimonios. Es notable ver como muchas de las personas,
que han pasado por problemas y los han resuelto, concurren para aportar su experiencia y, de
alguna manera, seguir elaborando lo que alguna vez fue un obstáculo, en favor
de un mayor desarrollo personal.
El primer taller que
realizamos fue sobre esquizofrenia y a éste concurrieron pocas personas (13
para ser exactos). Dos de los asistentes ya tenían el diagnóstico de
esquizofrenia y estaban en tratamiento, con evolución favorable; un tercero
deseaba “aclarar” ciertos síntomas o manifestaciones (ideas de referencia,
posibles alucinaciones, soliloquia, etc.); otras personas venían por tener familiares que
padecían el mal. En esa oportunidad, resaltó el aporte de una de las personas
en tratamiento, el de una mujer joven que había concurrido con su hermana. De
su relato se desprendía que había puesto mucho esfuerzo en superar un cuadro
severo de desorganización, que recibía medicación y había asumido una actitud
disciplinada frente a su tratamiento. La hermana mostró, en todo momento, un
gran afecto y hasta admiración por sus esfuerzos, dando a conocer que esa era
la actitud de la familia en general.
Como quiera que hubo relatos totalmente opuestos, de rechazos, negación
de la enfermedad, maltratos y falta de consecuencia con los tratamientos, quedó
totalmente en evidencia la importancia del afecto y la solidaridad familiares
en estos difíciles trances, que surgen alrededor de la esquizofrenia.
En el seguimiento de uno de
los casos, seis meses después, se nos relató que, a partir del mencionado
taller, las relaciones familiares de otro paciente habían mejorado
sustancialmente; la familia lo integraba ahora a la mesa, había un mejor
control de la medicación y participaba en actividades con responsabilidad. La familia reaccionaba con mejor oportunidad
ante los indicios de una posible recaída, en particular ante sus tendencias a
aislarse y replegarse sobre sí mismo.
En un segundo taller, un año
más tarde, la concurrencia fue igualmente baja (a diferencia de los demás
talleres). En esta oportunidad vinieron 14 personas, ninguna con diagnóstico
explícito de esquizofrenia. (En estos dos talleres, dado el poco número de
concurrentes, se trabajó en un solo grupo, con todo el equipo de trabajo). Una
madre concurrió con su hijo, ya mayor, de unos 28 años, “para informarse”. El resto de los concurrentes eran familiares
y alguno que otro incierto “interesado”.
Al explayarse sobre su relación con la enfermedad, en algún momento se
generó una situación tirante. En forma algo altisonante, el muchacho “de 28” se
dirige al conductor para preguntarle, insistente, si la enfermedad se cura.
Pese al tono tranquilizador con el que se le responde (o tal vez justamente por
eso) se va alterando cada vez más, sin posibilidad de escuchar. La situación
llega a un punto crítico en el que el conductor, arrinconado, se queda en
silencio. Es entonces que la
co-conductora interviene de manera afable y, a la vez que le presta atención,
favorece la intervención de los demás participantes. La reunión continúa, volviendo cada tanto
sobre nuestro participante con alguna explicación extensiva, integrándolo. Al final de la reunión, el muchacho,
visiblemente relajado, termina diciendo “entonces, es esquizofrenia lo que
tengo”, “pero se puede tratar...”.
Antes de retirarse, empezó a
indagar respecto a las consultas que dan los profesionales de la
institución. La madre, que mostraba
también dificultades para precisar la dimensión del problema, pudo, con el
apoyo del grupo, no sólo esclarecerse sino también definir la conducta a
seguir.
Un colega Psiquiatra de mucha
experiencia, a quien invitamos a participar, nos comentó que él venía
trabajando desde hacía mucho con grupos de pacientes esquizofrénicos y sus
familiares. Encontraba que era sorprendente ver la respuesta que habíamos
obtenido, tanto con el muchacho como con el grupo en general. A su entender,
esto tendría que ver fundamentalmente con el estilo de conducción.
Como es de suponer tendríamos
muchas viñetas que compartir, cada taller tiene muchísimas anécdotas y
enseñanzas, por tal motivo hemos traído unas pocas que pueden resultar
ilustrativas. En uno, sobre depresión, una mujer joven, de aspecto agradable
pero de rostro serio, se quejaba de que nada le había ido bien en la vida. Esto contrastaba con los detalles de su
aspecto. El conductor la presionó a
contar alguna experiencia gratificante de su vida, frente a lo cuál, al
principio se mostró renuente: “no hay nada...”, decía. Pero, de pronto
recordó:”...cuando entré a la universidad... sí, la vida de la universidad...”,
etc. Vimos que no lograba disfrutar por una sobreexigencia autoimpuesta y por
dificultades para elaborar su salida del hogar familiar. Algo en el orden del placer estaba inhibido y
dependía de ella el darse cuenta de la dificultad para disfrutar de sus logros.
Eventualmente, podría requerir ayuda y así lo entendió. Se retiró entusiasmada,
con otro rostro... y tal vez con una distinta evolución. Para el grupo fue muy
alentador este cambio de actitud, quizás porque parecía sincero.
En el primer taller sobre la
angustia, una chica rápidamente quiere acaparar la atención. De manera singular
cuenta sobre cómo desarrolla sus crisis.
Notamos que, a medida que va contando, va incrementando el dramatismo y
el monto de angustia, con algo de histerismo.
De pronto, con un gesto dramático, el conductor dice: “¡corten...!”
(como jugando a una filmación). La
chica, sorprendida, interrumpe su tránsito hacia el cuadro de angustia
mayor. El conductor le dice: “¿ves?...
se puede parar... tienes que darte cuenta que es como manejar un auto: pisas el acelerador o pisas el freno...” Sorprendida, no le quedó otra alternativa que
sonreír. No sabemos si para ella, pero
para el grupo quedó muy claro que existe una posibilidad alternativa, tanto
para el manejo de la situación, como para su elaboración comprensiva, cosa que
hicimos después con el grupo. Un reto mayor es encontrar la versión positiva
del problema, la manera en que éste puede incluso llegar a enriquecer nuestras
existencias.
No voy a abundar en más
detalles, sólo uno, muy ilustrativo, de nuestro último taller. El tema fue “la
Culpa”. En el grupo final, el de
síntesis, una chica de 18 años dice “hoy
vine aquí sin saber para nada que tenía un problema de culpa, que eso tiene que
ver con la relación con mis padres, en especial con mi madre, que siempre me he
tenido que hacer cargo de sus debilidades y que necesito hacerme cargo de mí
misma, sin sentir culpa por eso...”.
Todos nos emocionamos y la
aplaudimos. Su decisión inmediata fue iniciar una terapia, la cual está
comenzando en nuestro programa de proyección social, dado que no cuenta con
recursos para una consulta privada.
¿Es un insight “verdadero”?
¿es allí donde comienza la cura? La toma de conciencia, ¿es el comienzo o el
final? Desde el oficio en talleres podríamos decir que es el “inicio de un
después”, en donde esperamos dejar una semilla para que algo desarrolle en sus
vidas, para un mejor manejo, para un mejor control, para un crecimiento más
firme, más acorde y sintónico consigo mismos. La idea no es tanto lo que
nosotros pensamos; el asunto es que ellos puedan ser acompañados, aunque sea
por un momento y con las limitaciones del caso, en un encuentro de
experiencias, la nuestra y la de ellos, con la esperanza de que un resultado se
haga viable. ¿Cuál? Nosotros, como grupo, creemos que vale la pena, que se
obtienen resultados de diferente orden. La gente sigue viniendo y tenemos la
sensación (y un poco más que la sensación), de que se logra algo, entre lo
preventivo y lo terapéutico, y que eso es lo que ellos vienen a buscar.
BIBLIOGRAFÍA
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Hoyt, Michael... Rosenbaum,
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Guilford Press, 1992.
Kadis, Asya... Krasner,
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