Congreso
FEPAL, Octubre
2006
Cuando empecé
mi formación como Psiquiatra Dinámico, en la escuela del Hospital Obrero de
Lima (hoy Almenara), tuve la oportunidad de aprender y desarrollar un trabajo
con múltiples abordajes: psicoterapia individual, de grupo, psicodrama,
terapias ocupacionales, recreativas, etc.; todo esto dentro del marco de un
trabajo en “comunidad terapéutica”, con la magistral batuta del Dr. Carlos A.
Seguín, quien propugnaba un acercamiento humano al paciente, lo más exento
posible de lineamientos dogmáticos.
Se exploraban
mucho, por aquel entonces (años sesenta y parte de los setenta), los ritos y
las sustancias empleados en la curandería folklórica, en el chamanismo, en las
sesiones de ayahuasca, al igual que las drogas psicodislépticas, como el LSD.
No había corriente dinámica que no se revisara. Nuestro maestro siempre nos animaba
a ver de qué trataban, por ejemplo, el Análisis Transaccional, la terapia Gestáltica,
etc.
Nuestra población
objetiva, como es de suponer, eran pacientes de la clase obrera, con distintos
niveles de instrucción, muchos de ellos provincianos o hijos de provincianos.
Fue así que pude comprobar el rico potencial para la cura que estas personas
tenían, más allá de sus grados de instrucción, lugar de origen o, incluso, más
allá de su patología. No había que tener una diferenciación cultural especial
para beneficiarse de una psicoterapia. Uno de mis primeros pacientes era un
negro “psicopatón”, con tercero de primaria y... ¡vaya si tuvimos logros
terapéuticos!
El ejercicio
de la psicoterapia individual era, por cierto, el gran reto en el que se jugaba,
no sólo la evolución del paciente, sino que uno mismo estaba en proceso de
desarrollo como psicoterapeuta, bajo la atenta mirada supervisora de todo el
equipo. Pero se trabajaba con la soltura propia de quien se siente sostenido
por la mirada de maestros muy particulares, a quienes no era difícil seguir
pues ellos mismos enseñaban con el ejemplo.
Era realmente
fascinante el aprendizaje de la dinámica de los grupos, trabajar en diferentes
niveles, adecuándonos a un objetivo, como en el caso de los grupos operativos,
o en las distintas formas propias de la psicoterapia grupal. Y… ¡el psicodrama...!
la magia de la dramatización, la puesta en escena y la fuerza del proceso, junto
a la ruptura de las defensas intelectualizadoras.
Resultó, también,
muy valioso el sentir el trabajo como miembro de un grupo integrado, como un
grupo de tarea, contando con un líder de campo brillante, pero sin llegar a
opacar a los demás, exigente, pero sin buscar someter, haciéndonos sentir siempre,
a todos, estimulados hacia saludables identificaciones y cuestionamientos
creativos.
Ninguna
experiencia me enseñó más sobre la necesidad de adecuarse a los recursos del
paciente, incluyendo, por cierto, su entorno.
La vida me ha
regalado varias oportunidades de disfrutar de grupos similares, no sin
frustrarme tantas otras. No puedo negar la terca búsqueda que me llevó a
encontrarlos o, en algunos casos, a desarrollarlos. He podido comprobar, una y
otra vez, cómo el trabajo en grupo permite desarrollar los recursos potenciales
de los diferentes miembros de éste. Acogiendo las diferencias individuales, desde
el llano, en el encuentro en la tarea, se puede lograr aquella mística de
trabajo que conocí al lado de Seguín.
Hoy quería reflexionar
sobre nuestros axiomas técnicos, sobre la psicoterapia psicoanalítica que
practicamos; esa psicoterapia que decanta los tiempos, nuestros tiempos,
nuestras vivencias profesionales, integrando el resurgimiento de lo no
reprimible, tanto la disposición de servicio para con nuestros semejantes como el
reto de adecuarnos a las necesidades emergentes, no sólo de nuestros pacientes
sino de la totalidad de nuestro contexto social, cultural, económico… y hasta
político.
Me reconozco más
como un empírico en constante exploración, así es que, más que ponerme a
teorizar, trataré de mostrar (de forma muy sucinta, por cierto) algunos hitos
de la evolución de nuestro trabajo psicoterapéutico en el Departamento de
Proyección Social (hoy Departamento de Servicios Especializados) del Centro de
Psicoterapia Psicoanalítica de Lima.
El programa se
inició hace 17 años y, en sus comienzos, la población atendida estaba compuesta
predominantemente por pacientes de escasos recursos económicos. Se organizó un
equipo de terapeutas, a partir de los egresados de nuestra Escuela y de alumnos
avanzados de la misma. Era un acoplamiento de mutuos intereses, los de atención
y los de formación.
Esto
enriqueció muchísimo la formación clínica de nuestros alumnos y, a la vez,
pudimos echar a andar un viejo proyecto de los fundadores: el servir a la
comunidad, especialmente a la de menores recursos.
Desde el
inicio, nos chocamos con una dificultad que perduró por mucho tiempo. Hasta
entonces, habíamos formado terapeutas con orientación analítica, con una mirada
casi exclusiva en procesos de tiempo abierto y en normas técnicas propias del
psicoanálisis. Prácticamente todos los supervisores eran analistas, sin mucha
apertura hacia tratamientos breves o focales. Por entonces, el índice de
“deserción” reportado era bastante alto. Sólo alrededor del 30% de los
pacientes estaba dispuesto a iniciar un proceso sin duración definida, pero
eran muy pocos los que completaban el tratamiento.
Al comprobar
que muchos pacientes apenas venían una o dos veces a la consulta, decidimos
implementar el sistema de “entrevista terapéutica”, en la cual el terapeuta hacía
devoluciones elaborativas o interpretativas, que favorecieran el manejo de la
situación por la que consultaban, apelando a los recursos sanos del
entrevistado. Esto motivó la investigación y posterior publicación del libro “Diagnóstico
con intervenciones terapéuticas.
Psicoterapia breve a partir de la historia”, publicado por Olinda
Serrano de Dreifuss, con diferentes artículos de las ocho personas que conformaban
su grupo de investigación.
Simultáneamente,
se fueron implementando variaciones en la propuesta curricular del Curso de Técnica,
de forma que los estudiantes tuvieran una más amplia información sobre
variables en el abordaje y en el desarrollo de las estrategias de trabajo. No
fue fácil adecuar la técnica al paciente. Los terapeutas, en su mayor parte, mostraron
resistencia y evidenciaron las dificultades propias de la falta de experiencia.
Los supervisores demoraron en responder a la demanda de cambios, por lo que se
producía un cierto divorcio entre la propuesta del Curso de Técnica y las
supervisiones.
Al
presente - y luego de dialogar con los
supervisores - se han hecho una serie de
modificaciones, con inclusión de los datos y observaciones de nuestro equipo de
investigación. Pudimos coincidir en la necesidad de incluir el trabajo basado
en estrategias. Los lineamientos del Departamento de Servicios Especializados
ahora sostienen un seguimiento del trabajo de los terapeutas y alumnos con
miras a contar con un mejor diagnóstico y disminuir los pasos que tenía que dar
el paciente antes de llegar a su terapeuta.
Hemos
implementado un manejo de base de datos computarizado que nos permitirá hacer
el seguimiento del paciente en el “a posteriori” de su tratamiento para contar
con un mejor registro de los efectos terapéuticos de los diferentes tipos de
intervención.
Con ánimos de
explotar mejor los recursos terapéuticos y hacer una labor intermedia entre lo
preventivo y lo terapéutico, hace 8 años comenzamos a desarrollar encuentros de
tipo taller, con una combinación informativa, vivencial y elaborativa. En estos
talleres se atienden hasta 60 personas por vez. Comenzamos trabajando sobre
patologías y temas como esquizofrenia, depresión, angustia, problemas de
autoestima, situaciones cotidianas, problemas de pareja, etc. La metodología es la siguiente: el taller se
inicia con una presentación estimulante del tema a trabajar, dividiendo luego
al público en grupos de hasta 15 personas, dependiendo de la cantidad de gente
y de terapeutas disponibles.
El grupo busca
trasladar el tema a la experiencia de la persona, siendo el arte del conductor
hacer un tejido que nutra la comprensión del problema, a la vez que ayude a
encontrar soluciones; tarea para la cual sirve muchísimo el encuentro de los
recursos sanos del mismo grupo. Eventualmente, por cierto, la recomendación es
que inicien un tratamiento, orientándolos hacia la forma de terapia que más les
convenga.
Al final de
cada taller, los grupos se vuelven a reunir y se intercambian las experiencias,
reforzando los factores positivos que surgieran de la experiencia, fomentando
entendimientos reforzadores.
Hicimos un
breve intento de seguimiento de uno de estos grupos, seis meses después de
realizado el taller, y obtuvimos los siguientes resultados: los pacientes que
fueron abordados refirieron haber obtenido una serie de beneficios de aquella
experiencia, manejaban mejor su problema y algunos habían comenzado una terapia. Tuvimos un caso muy especial (el de una
paciente con esquizofrenia), donde la familia había modificado totalmente su
trato con la paciente y con la enfermedad. Antes, la paciente se mantenía
prácticamente incomunicada y encerrada en su cuarto; ahora, comía en la mesa
con el resto de la familia y participaba mucho más de la vida familiar y
social. Algún mérito terapéutico se
podía sumar, entonces, a los alcances preventivos naturales de la experiencia.
En los últimos
años, hemos realizado dos eventos de concurrencia abierta y masiva. Al primero
lo llamamos “el día del diagnóstico”, evento gratuito que se realizó en nuestro
local institucional y que permitió que, más allá de la aplicación de tests y
orientación a partir de los mismos, el público pudiera tener la experiencia de participar
en nuestros talleres y, también, en nuestro Cine Forum. Fue una ocasión en la que los terapeutas
pudimos disfrutar del placer del trabajo en conjunto y de la disposición amplia
y creativa para la tarea.
El año pasado,
Leopoldo Caravedo inició una experiencia muy enriquecedora, en
búsqueda de una mayor flexibilidad en el manejo terapéutico, permitiendo la
adquisición de diversas herramientas para el abordaje de los pacientes, como el
psicodrama, el juego de roles, la ensoñación, la visualización, la expresión a
través del cuerpo, etc. La denominó
“Caja de Herramientas” y estuvo dirigida a los alumnos de la Escuela y a los
terapeutas.
En simultáneo,
abrió un espacio para el trabajo de “Psicodrama” con los pacientes y personas
interesadas en el trabajo vivencial propio de esta técnica.
El entusiasmo
de quienes participaron en la “Caja de Herramientas” tuvo su correlato con la
continuidad del grupo de pacientes que asistían al “Psicodrama”, los mismos que
han ido aumentando con el tiempo.
Teniendo en
cuenta estas experiencias previas, programamos, para el 7 de Julio de este año,
una jornada de trabajo que denominamos “El Día de la Consulta”. Se trató de un
evento abierto y masivo, en el parque “Kennedy” de Miraflores, en alianza
estratégica con el Municipio de Miraflores y con la emisora de radio RPP.
Esta vez,
brindamos, en simultáneo, psiquiatras y psicoterapeutas, consultas y entrevistas
personales breves, con devolución puntual, a la manera de una entrevista focal.
Al mismo
tiempo, desarrollamos espacios grupales de encuentro con el público: talleres y
coloquios de autoestima, de ansiedad, de depresión, de formas de amar, de comunicación,
así como un taller con niños, otro con adolescentes y otro con padres de
familia.
Realizamos conversatorios
sobre prevención del abuso de drogas (con apoyo de CEDRO), diálogos con padres
de niños de diferentes edades, así como actividades especiales para niños, un
espacio de psicodrama y varias consultas grupales, de ocho a diez personas, atendidas
por uno o dos psicoterapeutas o psiquiatras.
Desde el local
de la Municipalidad ,
se transmitió en directo el programa radial “Era Tabú”, luego del cual se
realizó un coloquio con unas 250
personas, acogiendo sus preguntas y ayudando a comprender los problemas
personales y familiares que nos iban planteando. Hubo muchas solicitudes de
información sobre el trato hacia los hijos, pequeños y adolescentes, llegando a
plantearse incluso problemas confrontativos, como el concerniente a las implicancias de las diferencias étnico – culturales.
Con apoyo de
laboratorios farmacéuticos, se repartió material informativo escrito, sobre
diferentes patologías, y se pasaron videos ilustrativos acerca de la enfermedad
mental para la gente que esperaba en la cola.
Por otra
parte, nuestro Equipo de Evaluación, aplicó pruebas de descarte cuantitativo de
depresión y ansiedad y, a una muestra, se les tomó el test de Macover (figura
humana) y el Test Desiderativo. A otros,
se les tomó la prueba de orientación vocacional de Holland. Todo ello derivó en
devoluciones y orientación al público respecto a los resultados de las pruebas.
En total,
llegamos a atender 523 consultas individuales, y unas 700 personas fueron
atendidas en ágiles encuentros grupales y en los talleres, diálogos y coloquios
mencionados. Para todo ello, contamos con la participación de alrededor de 100
personas vinculadas a nuestra institución.
Al evento
llegaron personas procedentes de todos los sectores de la capital y de
provincias. El sentimiento final de los solicitantes fue de satisfacción, en
medio de una demanda tremenda por ser atendidos.
Ha sido una intensa
experiencia compartida por los terapeutas, psiquiatras, psicólogos y demás
miembros de la institución, donde se encontraron uno al lado del otro poniendo
en juego sus recursos personales para la salud.
Hubo que
improvisar de todo: más consultorios, más talleres, más coloquios… Todo el
mundo se “multiplicó”. Incluso colegas amigos, que nos acompañaron, llegaron a
poner su granito de arena en el esfuerzo por atender una demanda que nos
desbordaba por momentos.
Estamos
procesando la experiencia, pero una de las conclusiones es que la oferta de
trabajo en grupos, de tipo coloquio o taller, resulta muy satisfactoria a los
fines de ubicar a las personas frente a su problemática y poner en juego los
recursos potenciales de los participantes.
La más grata
de las conclusiones ha sido la de vivir una experiencia de trabajo con mística,
con entrega total, con despliegue de voluntades y creatividad; la comprobación
de que se puede ayudar, también, de esta manera. Ha sido un equipo de trabajo
de raigambre analítica, fogueándose en la experiencia de enfrentar esta parte de
nuestra realidad nacional y sus demandas, allí, en la calle, fuera del ambiente
protector del consultorio, ante la masa interminable de gente, llena de
demandas de atención.
Por otra
parte, ha sido muy grato constatar que se pueden juntar instituciones de buena
voluntad y lograr sinergias multiplicadoras de lo que “a solas” apenas resulta
un chispazo fugaz.
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