miércoles

1999/11/20 Psicoterapia, radiofonía y talleres


Doctor Pedro Morales Paiva
Doctor Fernando Maestre Pagaza

Simposio de Abordajes Psicoterapéuticos
Buenos Aires, 20 de noviembre de 1999

 
Se trata de organizar y ejecutar un plan piloto de investigación que sintetice armónicamente nuestra experiencia, tanto en comunicación masiva radial como a través de charlas interactivas con un público participante,  convocado a llamar por teléfono durante la transmisión de los programas en la radio.  El espacio gira en torno a temas clínicos o de orientación terapéutica y constituye un intento de integración de técnicas grupales con intervenciones puntuales dirigidas al individuo en el grupo.

Podemos observar los crecientes resultados positivos obtenidos en la comunicación masiva a través de la radio, donde además de información expositiva se absuelven consultas telefónicas y se canalizan testimonios de vida en favor de una audiencia cautiva a lo largo de 10 años.

Por otra parte, la elección del sistema de trabajo en talleres nace del entusiasmo respecto a los alcances obtenidos en las experiencias en la radio. Los talleres se realizan tanto con pacientes como con un público interesado en temas relacionados con la salud mental. Es una experiencia inédita que lleva  ya seis meses en ejecución.

En general, en una y otra experiencia, tanto en los programas de radio como en los talleres, tratamos de incentivar la participación activa y la reflexión, haciendo hincapié en la auto-observación y en el hallazgo de las respuestas preexistentes en los mismos participantes.

Los resultados que observamos pueden llegar a entenderse como trascendiendo la sola dimensión informativo-preventiva.  Pueden concebirse, adicionalmente, como logros terapéuticos o generadores de dichos logros, teniendo en cuenta sus efectos a corto, mediano o largo plazo.

A partir de las experiencias mencionadas, hemos podido recoger, además, la palpitante realidad de la creciente avidez de un gran sector de nuestra población por conocer los secretos de la mente y de las relaciones humanas, en especial en lo que respecta a las relaciones familiares.

Entre quienes siguen asiduamente los programas de radio, muchas personas padecen de trastornos que no comprenden suficientemente o que manejan de manera inadecuada.  La gran mayoría no puede sostener un tratamiento por sus altos costos, por su falta de conocimientos o por otras limitaciones particulares.  Tienen, sin embargo, un gran arraigo en la fuerza de la fe, inmersa en la tradición oral, propia del pueblo peruano. 

Ciertamente, algunos no saben que lo que observan en el padecer de un familiar o lo que tienen ellos mismos es un trastorno psicológico o psiquiátrico.  Menos aún tienen conocimientos acerca de las causas y las posibilidades de resolver o simplemente de manejar mejor dichos problemas.
 
Es interesante observar, sin embargo, cómo, a través del diálogo abierto, de las explicaciones y los testimonios, estas personas van tejiendo una comprensión más profunda. Gente de escasa instrucción nos da muestras impresionantes de comprensión y resonancia, a veces con puntos de partida puramente intuitivos, a veces desde su sabia y sufrida experiencia de vida.

El procesamiento espontáneo de estos problemas humanos encuentra una dura barrera en la estructura social en la que vivimos. Esta nos muestra cotidianamente las huellas de profundas carencias, que se traducen en altos índices de drogadicción, de violencia, de quiebra de la estructura familiar, de desarraigo, de soledad, de depresión y de angustia. Todo esto es visto tan sólo como un subproducto natural no atendible, propio de una estructura orientada hacia el “exitismo” productivo, hacia la detención del poder y hacia la ostentación material, como expresiones de realización personal.

Todo ello promueve un gran sacrificio de valores elementales, en especial los de la solidaridad y de las básicas necesidades gregarias de comunicación, para enfrentar el difícil reto de existir “humanamente sanos”.

Como sociedad, cada vez ocupamos menos tiempo en reflexionar, solos o en compañía.  El diálogo suele enraizarse en objetivos materiales o superfluos, convirtiendo la vida en una especie de novela estereotipada y hueca en donde es difícil encontrarse como seres verdaderos.

Creemos, por ello, que se requiere de un espacio alternativo para todos aquéllos que lo necesitan, por salud o por enfermedad, o por el simple anhelo de vivir, de volver a encontrarse en la mirada de un otro, de escuchar y ser escuchados... En última instancia, por el apremio de ser reconocidos, sin lo cual no somos o no podemos ser.

En la búsqueda de ese espacio es que ubicamos nuestra investigación y propuesta de trabajo en talleres.  A través de estos pretendemos lograr lo siguiente:

·        Ampliar los conocimientos de los participantes acerca del “enfermar” y del “existir” para la vida. Tratamos de utilizar un lenguaje sencillo para lograr un entendimiento del funcionamiento psíquico.

·         Favorecer el que dicho conocimiento se refuerce con sus propios testimonios, en una experiencia compartida.

·         Ayudarlos a reconocer el valor de expresarse, de escuchar a otros, de registrar la experiencia de “repararse reparando”, ayudando a otros, promoviendo la solidaridad frente al problema común.

·     Generar el encuentro entre personas con problemas similares abriendo amplias posibilidades para el aprendizaje e identificación con modalidades alternativas de enfrentar las dificultades.

·    Trabajar con grupos grandes, de 50 a 60 personas, para tratar de atenuar el problema de costos.

·    Llevar a cabo un trabajo intensivo que, en un solo encuentro de dos horas y media, lleve a una participación muy activa y al uso de elaboraciones, confrontaciones y esclarecimientos focales dentro de los alcances propuestos.

·     Incentivar las motivaciones para enfrentar sus problemas, optimizando sus propios potenciales hacia los recursos terapéuticos que pudieran necesitar.

·      Favorecer la organización de grupos de autoayuda y variables de trabajo grupal con participación parcial o permanente de un profesional conductor.

·  Proporcionar pautas de trabajo que oscilan desde la orientación hasta las posibilidades de ensayar interpretaciones sobre contenidos latentes.

·  Buscar el fortalecimiento yoico a través de la experiencia grupal o del reconocimiento personal dentro  del grupo.

·      A la manera de un grupo operativo, reforzar las intervenciones de carácter positivo y morigerar las de tipo negativo. Para ello, es necesaria cierta habilidad y experiencia para ubicar rápidamente las diferencias entre los participantes.


Metodología de trabajo en los talleres

El proceso cursa por dos etapas. La primera es la convocatoria a través de la radio. En ésta, se desarrollan temas relacionados con la clínica o alguna forma de problemática de interés general. Muchas de las personas que escuchan el programa radial se quedan con el anhelo de participar más directamente y de poder contar con un espacio para recoger más información y poder explayarse testimonialmente. De allí surge la segunda etapa, que es el Taller.

El taller, a su vez, tiene tres momentos:         
·                    La primera parte es una exposición, sucinta y clara. Suele ser entonces cuando la gente se empieza a reconocer en la descripción sintomatológica y de allí empiezan a surgir preguntas.   Como también se habla de causas y tratamientos, los participantes tienen ya una cierta ubicación frente al problema al pasar al segundo momento de la experiencia.
·                    Esta segunda parte consiste en una división del grupo grande en 4 grupos más pequeños, conducidos por profesionales con experiencia clínica y con manejo grupal. En ésta surgen testimonios y preguntas que, procesadas con suficiente habilidad, permiten que cada uno de los participantes obtenga alguna respuesta respecto a su motivo de consulta.  
·                    En un tercer momento, se reúnen nuevamente todos los participantes y se realiza una síntesis, tratando de reforzar los logros de la experiencia y de ampliar las posibilidades de información y elaboración conjunta. Es allí donde se orienta adecuadamente a quienes requirieran tratamiento. También, se les entregan resúmenes escritos de los temas desarrollados.

Dado que existe la intención de estudiar los efectos del taller en la vida o en la enfermedad de los concurrentes, se les hace llenar fichas orientadas a registrar sus motivaciones y expectativas.

En algunos talleres se aplica tests (por ejemplo, el test de la depresión de Zung, el de la autoestima, etc.). Esto posibilita hacer mediciones a futuro para evaluar los resultados.

Por último, se maneja una encuesta sobre la evolución de la persona en tres diferentes áreas: comprensión de su enfermedad, relaciones con los demás y manejo del tratamiento.  Esta encuesta se aplica a los seis meses de haber participado en el taller.

Todos estos recaudos tienen la finalidad de rescatarnos del solo registro subjetivo para medir los logros, de los cuáles, por lo demás, estamos convencidos, lo cual es una ventaja y un riesgo a la vez ya que corremos el riesgo de perder objetividad.

La parte más compleja del trabajo en los talleres es la que corresponde a los grupos pequeños.  Constituye un reto difícil el configurar un foco individual sin distanciarse demasiado de las expectativas del grupo. Existe, sin embargo, una facilitación: la experiencia previa de conducción del programa radial prepara para el vínculo por identificación y solidaridad.

Si bien la gente asiste con una importante fantasía básica de dependencia, trae también una gran disposición a participar aportando su propia experiencia. Depende del equipo conductor el que se mantenga un cierto equilibrio, saliéndole al paso a las muestras de voracidad acaparadora que pudieran surgir en algunos participantes.

Si bien acogemos la imagen idealizada de conducción -lo cual permite el surgimiento de sus propios aspectos idealizados- con frecuencia se busca el establecimiento de una horizontalidad y, más aún, el relevar la presencia de las respuestas a sus problemas a partir de ellos mismos, frente a lo que somos solamente facilitadores.

Se trata de propugnar en ellos el desarrollo de sus propias capacidades terapéuticas mediante el fortalecimiento del Yo. Esto significa poder encontrar recursos cognitivos y afectivos que deriven en esquemas menos simples que la sola reacción al estímulo.


Ejemplos

En el programa radial en que se trata el tema de la angustia, se convoca a los oyentes a concurrir a un taller para seguir trabajando sobre ello.  En el taller, se les da una charla acerca de la angustia y se les entrega material escrito sobre el tema. Luego, se les divide y pasan a formar parte de un grupo más pequeño. 

En uno de estos grupos, una chica joven, durante su turno, nos habla acerca de sus problemas. Ella está llena de temores e inseguridades. Notamos, sin embargo, que tiende hacia el acaparamiento de la atención y que, poco a poco, va desarrollando un cuadro de ansiedad. Antes de que llegue al clímax del cuadro, el conductor la interrumpe, amable pero firmemente, y la confronta con que si sigue así va a terminar en un desborde de angustia. Luego, se le hace notar cómo, al ser interrumpida y haber podido escuchar la explicación tanto del conductor como de los participantes, ella se ha tranquilizado.  Se le explica a los demás que esto es posible (que se tranquilice), pero que a veces ocurre que uno se acopla al síntoma y ya no lo enfrenta porque se logra un efecto en el entorno, dificultando con ello la comprensión y posible solución de las causas. Los demás miembros del grupo se sienten alentados por la experiencia.

En un taller sobre esquizofrenia, una joven, que viene acompañada por su hermana, comparte con el grupo el testimonio de su recuperación, luego de haber estado hospitalizada y en tratamiento por largos años. Ella explica que su recuperación se ha debido a su perseverancia y respeto por los tratamientos (fármacos, psicoterapia y la participación en una Clínica de Día). La hermana se expresa de la paciente con cariño y muestra admiración por sus esfuerzos, así como alegría por su recuperación. Toda la familia parece tener la misma actitud. Esto permite relevar ante los demás concurrentes tanto los factores requeridos para el tratamiento como la importancia de la participación de la familia en el mismo.

Algunas personas vienen cuando están atravesando una crisis. Una  de ellas ha intentado suicidarse hace poco y se encuentra en una fase depresiva. Se respeta su silencio y su breve explicación.  Se le refuerza la idea de que, apenas esté en condiciones, incluya, además del tratamiento farmacológico que ya recibe, una posibilidad de comprensión de los motivos de su depresión mediante psicoterapia de orientación analítica. A las dos semanas, esta persona se incluyó en un grupo de psicoterapia de nuestro programa de Proyección Social, sorprendiéndonos el verla tan pronto con un rostro sonriente.

Hemos tomado como ejemplos casos más bien severos. Los casos más leves giran en torno a recoger desde la propia motivación  y recursos el incentivo y el aliento para su auto recuperación.

Una mujer humilde, de mediana edad, cuenta que tiene una hija a la que violaron hace un tiempo. Esto la afectó, pero se recuperó con ayuda de una amiga que la alentó y rezó por ella.  Ahora viene porque se  ha enterado de que el marido tiene hijos en la calle y ella se ha sentido muy confundida por ello, sin saber qué hacer.  Habla ya casi cerrando el encuentro grupal y dice simplemente “ya he comprendido que voy a poder, ya he podido antes, tengo que luchar nomás...”. Sus ojos tienen una chispita de ilusión. Un miembro del equipo la rodea con el brazo al final, ya saliendo, y la refuerza en sus posibilidades. “Si no puedes sola, aquí está el departamento de Proyección Social y te ayudamos...”.

En el último taller, un colega invitado expresó su sorpresa por la amplitud con que la gente refería sus problemas y la dinámica tan ágil que se daba en los grupos, muy distinta a la que se da en los grupos similares con los que él suele trabajar.

Convinimos en que la gente que viene a los talleres ha pasado por un filtro natural constituido por el programa radial (que es escuchado por un promedio de entre 700 y 800 mil personas). Estos últimos vienen altamente motivados y es desde esta base que trabajamos con mejores posibilidades para lograr nuestros objetivos. Efectivamente, creemos que  la base de todo esto es la motivación.  La magia se produce con sólo estar allí para sostenerla y orientarla. Para ello, nosotros también tenemos motivación y nos sirven tanto el convencimiento como la posibilidad de duda.
           

 

 




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